Tengo 43 años. No recuerdo el momento en que me enamoré de la música (¿quizá fueron los Dire Straits?), pero sí recuerdo que cuando empecé a engancharme ni siquiera existían los CD. Entonces había poco que llevarse a la oreja, pero hoy gracias a la tecnología tenemos todo al alcance de nuestro móvil.
La tecnología no sólo ha cambiado lo que podemos escuchar, sino también cómo consumimos música, lo que también influye sobre nuestros propios gustos musicales. La cuestión es: ¿ha hecho la tecnología que disfrutemos de la música más o menos que antes?
La respuesta, obviamente, es muy personal. En mi caso diría que sí y que no. Por un lado, ahora todo es mucho más fácil en cuanto a la variedad musical a nuestro alcance (infinita), la inmediatez (tiempo real), la capacidad para compartir con otros (a un clic) y el coste (ridículo).
"Hoy hago un uso de la música más desordenado, frío, aleatorio, casual y perezoso, en muchos casos casi de usar y tirar."
Por otro lado, creo que hoy hago un uso de la música más desordenado, frío, aleatorio, casual y perezoso, en muchos casos casi de usar y tirar. Antes prestaba más atención, profundizaba y sacaba más partido a los CD que compraba (rentabilidad de la inversión), me aprendía con más facilidad el nombre de las canciones, la posición que ocupaban en un álbum, las letras o los motivos que habían llevado a un determinado autor a componer su obra.
¿Cómo la innovación y la tecnología ha cambiado mi experiencia como usuario? Vayamos por partes...
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Para mí el gran cambio comienza el 23 de octubre de 2001, fecha en la que Steve Jobs presenta el iPod. Es el principio del fin de una forma de componer, producir, distribuir y escuchar música que había dominado en todo el mundo durante décadas. El razonamiento de Jobs fue sencillo: ¿a quién no le gustaría llevar en su bolsillo toda su discoteca?
El iPod cambió mi forma de acercarme a la música por tres motivos principales:
En primer lugar, me hizo posible tener mi biblioteca musical siempre a mi alcance. Aún recuerdo cuando antes de las vacaciones elegía cuidadosamente los CD o las cintas que me iba a llevar y que me pasaría escuchando una y otra vez durante el verano. O cuando te pasabas días escuchando la misma cinta porque no te acordabas de cambiarla en el walkman...
En segundo lugar, ya no tenía que acercarme a la estantería a coger un disco, tocarlo con la mano, hojear el librillo que traían los CD y finalmente decidir qué poner en el reproductor. Este pequeño ritual hacía que siempre la elección estuviera bien pensada... Sin embargo, con el iPod pasó todo a ser mucho más inmediato y más dado al impulso del momento: girar la rueda, hacer un clic y listo.
Y en tercer lugar, el orden en que se escuchaba la música también cambió: de ser secuencial a abrir la puerta a la aleatoriedad saltando entre canciones por todo el contenido del iPod, algo tremendamente arriesgado ya que en mi caso hacia que en ocasiones la reproducción saltase desde el heavy metal de Megadeth a los conciertos de Brandenburgo de Bach, algo difícil de conciliar hasta para los mejores DJ.
Un par de años más tarde, el 28 de abril de 2003, aparece iTunes. Ahora ya ni siquiera me tenía que desplazar a una tienda para conseguir un álbum, bastaba con un par de clics... y ni siquiera había que adquirir el álbum completo, si solo te gustaba una canción pues comprabas esa: poder para el consumidor y un gran reto para los artistas y compositores, que veían como la tecnología les cambiaba las reglas del juego.
Reconozco que en un principio a mí la experiencia de compra virtual no me convencía. Bajar a Madrid para comprar un disco, la mayoría de veces acompañado por algún colega, pasear entre los mostradores de Madrid Rock o de la FNAC, el gusanillo de no saber si tendrían el disco que estabas buscando o encontrar cualquier otra novedad por sorpresa, la vuelta a casa hojeando el librillo del CD y con unas ganas locas de escucharlo... Todo ello me hacía pensar que así se debían de sentir los hombres prehistóricos cuando salían de caza. En ocasiones, primero me compraba el disco digital para satisfacer el ansia de escuchar el nuevo disco de alguno de mis artistas favoritos, para luego acabar comprándomelo también físicamente (vale, quizá un poco friki, pero solamente viendo el CD en mi estantería podía satisfacer mis instintos coleccionistas).
Es a partir de este momento cuando también se generaliza la piratería (debido a internet y a la tecnología), lo que destroza los ingresos de los compositores y unos años después precipita el siguiente gran hito que cambiaría (¿para siempre?) la forma de consumir música: en octubre de 2008 nace Spotify. Cinco años más tarde, ya está disponible en 55 países y se empieza a extender el consumo de música en streaming.
"La tecnología nos empuja hacia un modelo de consumir música más que de disfrutarla."
Con esto se cierra el círculo: toda la música al alcance de tu mano, cuando quieras, donde quieras, en cualquier dispositivo y, lo mejor de todo, ¡a un precio de risa! Lo que pago al mes por un servicio de streaming (en torno a los 10 euros) es la mitad de lo que hace 15 años costaba comprar un sólo CD.
Al abrir el abanico de posibilidades también se consolidan las listas de reproducción, las sugerencias de las propias apps en función de tus gustos (si te gusta “x” también te gustará “y”) u otras apps (como Discovr) que te permiten relacionar estilos musicales y grupos. Si antes eran mis amigos, lo que leía, los programas de radio o la exploración personal lo que guiaba mis gustos musicales, ahora es la propia tecnología la que empieza a tener cada vez más importancia sobre lo que escucho (suena un poco a “gran hermano”, pero es así).
Así que volviendo a la pregunta inicial, ¿ha hecho la tecnología que disfrutemos de la música más o menos que antes?, mi respuesta es que en algunas cosas ha mejorado y en otras ha perdido romanticismo, personalidad y encanto. Creo que la tecnología nos empuja hacia un modelo de consumir música más que de disfrutarla, pero al mismo tiempo nos hace más libres para decidir, así que están en tus manos el uso y disfrute que hagas de ella.
Posdata: Después de tanto rollo, quizá la respuesta sea mucho más sencilla, definitivamente me estoy haciendo viejo...
Puedes ponerte en contacto con Alberto Baltanás en Twitter: @albertobaltanas
Muchas gracias por tu comentario Fran!
Muchas gracias Jose por tu comentario, creo que desde tu lado como profesional de la música tienes mucha razón en lo que dices y además tu visión aporta muchísimo a la discusión.
Coincido contigo en que a los creadores hay que recompensarles por su esfuerzo, si no se paga un precio justo a la larga el perjudicado es el propio usuario. Me duele mucho oír a algunas personas que se declaran amantes de la lectura o de la música y se descargan sin ningún pudor libros, canciones, series de TV o películas de forma ilegal. Y ojo yo en algún momento de mi vida también lo he hecho, pero hoy dia ni se me pasa por la cabeza.
Y que…
Buenas.
En mi caso en concreto, la tecnología no ha cambiado en casi nada mi gusto por la música. El primer LP que tuve (que entonces se llamaban así) fue el Rock and Rios. Lo acababan de estrenar, así que ya sabéis de qué época hablo. Han pasado 35 años de eso y rara es la semana que no escucho alguna canción suya.
No soy usuario de iPod ni de reproductores portátiles de mp3. Para mi, lo que sí ha cambiado la tecnología para mejor, mucho mejor, han sido 2 cosas: por una parte la capacidad de escuchar música aleatoriamente. Llevo en el coche un pincho USB con, no sé, 500 canciones, y como las reproduzco aleatoriamente, no me canso…
Definitivamente así es.... Te estás haciendo viejo, y yo también 😂.
Creo que además de cambiar la forma en que disfrutamos, y descubrimos la música nosotros los usuarios, las nuevas tecnologías están cambiando algo que a la larga va a suponer un cambio mucho más profundo: Las industrias.
Con la aparición de internet, todo lo susceptible de ser digitalizado (música, libros, fotografías, películas, artículos etc...) ha sufrido, en mi opinión, algo que seguramente tú sepas ponerle nombre mejor que yo: Una diferencia abismal entre precio y valor.
Es maravilloso tener acceso prácticamente ilimitado a todo tipo de información a precio prácticamente cero, pero eso hace que el sistema sea insostenible a largo plazo.
En el caso de la música …
Las nuevas tecnologías en sí no cambian tus gustos musicales. Puede cambiar tu manera de escuchar música pero lo que cambia tus gustos musicales es escuchar mucha música, fundamentalmente variada. Si las nuevas tecnologías te acercan la posibilidad de escuchar mucha música, eres ordenado, tienes tiempo y criterio, ésta es una buena época. Lo del equipo estéreo y los fetichismos (conservo el 70% aprox. de todas las entradas de los conciertos que he presenciado) es cosa de gente del siglo XX.
Millennials, recientemente tuve una conversación con uno que me confundió en un garito con un tipo de treinta y tantos XD. El chaval, teniendo 10 años menos que yo, toca en un grupo y es fan de Kyuss y…